Por un segundo todo fue infinito. Nadie captó realmente el mensaje, la enseñanza de lo que acaba de pasar, pero por un segundo todo pareció eterno. Todos tenemos preocupaciones permanentes, todos vivimos con nuestros demonios carcomiéndonos la cabeza.
Se sentían incomprendidos. Creían que las cosas por las que estaban pasando sólo ellos podían entenderlas por el simple hecho de que eran únicos y así lo era su vida con sus circunstancias particulares. Pensaban que nadie nunca iba a poder entenderlos completamente. Y claro, ¿cómo una persona del afuera podría hacerlo si ni ellos mismos se entendían? ¿Cómo podían ser claros con alguien si ni ellos mismos podían ordenar sus pensamientos? ¿Cómo podían llegar a un punto si ni ellos mismos podían entender lo que sentían? es muy difícil. Tenían la cabeza hecha un remolino, vivieron con las ideas desordenadas mucho tiempo y por vagancia se dejaron estar. ¿Vieron ese mamarracho que hacemos al lado de la hoja cuando a la lapicera le sale poca tinta? bueno, eso era su cabeza. Es ese nudo de lineas conectadas que aparentan seguir un orden lógico pero que en realidad tienen un desorden caótico.
La realidad es que este sentimiento de que nadie nunca iba entenderlos lo compartían con millones de otras personas alrededor del mundo, sólo que ellos no lo sabían. Como me dijo un amigo una vez "lo mejor es dimensionar, siempre. Ver todo desde otro lugar no significa "ponerse en los zapatos del otro", sino simplemente ver las cosas desde lejos. Desde adentro las cosas parecen más confusas de lo que en realidad son y uno piensa que nadie lo entiende y que le está pasando algo realmente difícil... pero lo ves desde otra perspectiva, desde afuera y es todo distinto".
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