Todos hacemos creer a los demás lo que nosotros queremos que
crean. Podemos manipular a nuestro gusto nuestra imagen exterior, somos tan
cínicos que tenemos millones de caras pero siempre salimos a luchar por la
“honestidad” y contra la “falsedad”.
Todos nos quejamos de las mentiras pero… ¿Quién no miente?
¿Quién está libre de culpa y puede decir sin ningún cargo “yo no miento”?
absolutamente nadie. Pero somos los primeros en quejarnos cuando alguien nos
miente. Qué cosa contradictoria que somos los seres humanos.
Todos rogamos por un minuto más. Un minuto más debajo de las
sábanas, un minuto más con esa persona, un minuto más para usar la computadora,
un minuto más para arreglarse, un minuto más para ver la tele, un minuto más
para irse a dormir, un minuto más para volver a casa. Un momento más que ¿Qué
significa? ¿Qué le agrega a nuestras vidas? ¿Qué tipo de sentimiento
llena-vacío le agrega a nuestro corazón?
Todos estamos un poco trastornados. Todos estamos locos,
pero lo que diferencia a los locos verdaderos de nosotros, es la inhibición. El
loco llega a ser caradura, es desvergonzado, se despoja de toda atadura a los
cabos de la sociedad y se deja ser. El loco reprimido (erróneamente llamado
“cuerdo” por nosotros mismos) no puede ser completamente el loco mismo que es
naturalmente porque está atado, y explotar lo condenaría a revolucionarse
contra la sociedad. Y todos sabemos que revolucionarse contra la sociedad está
mal. Todos creemos eso. Pero ¿está mal? ¿Qué está bien y qué está mal? ¿Quién
impone que es lo que está bien y que es lo que está mal? ¿Quién o qué hace que
esté cuestionando todo esto? Yo creo que muchos de nosotros ya nos avivamos que
esto de final feliz no tiene un carajo, esto tiene realidad.
“Somos fragmentos, no personas. Fragmentos de personas. Pero
si el fragmento se junta, si juntamos los pedazos, aparece otra persona más
poderosa que cada fragmento por separado. Más fuerte, más productiva, más
fuerte y más sana.”
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