Siempre me pregunté cómo, en qué circunstancias y cuándo uno puede efectivamente afirmar que
llegó al fondo de la tristeza. ¿Qué es el fondo de la tristeza? Yo supongo que
será la máxima sensación de vacío en el pecho. La expresión más dolorosa de la impotencia. Supongo
que no tiene que ver mucho con llorar hasta quedarse seco, sino más con sufrir
hasta ser indolente. Hasta que ya nada te importe. Haber sufrido lo suficiente
como para crear un bloqueo de defensa hacia los sentimientos. El fondo de la
tristeza, ¿es un lugar o una sensación? Porque si es un lugar, yo imagino un
bosque de noche desprovisto de toda forma de vida, con árboles ya secos. O un
cementerio olvidado. Y si es una
persona, quizás es un hijo muerto. O una persona mayor sangrando. No voy a
etiquetarme de cínica, pero sí voy a decir que me gusta el cinismo.
Estar triste hasta ser la mitad de persona que uno era
antes.
Concuerdo con las personas que dicen que las mejores obras
de arte, desde un libro o cuento hasta un poema (hablo de redacciones
literarias porque sé un poco de este campo, no podría hablar de en qué se
inspiran los artistas plásticos o los pintores o dibujantes), salen de la
tristeza. Realmente, estar triste, melancólico, anhelante, o cualquier otro
adjetivo que se le asemeje, es inspirador. No sé qué motivación emocional
tendrá, pero a mi parecer son mucho más interesantes y profundas las cosas
salidas de la tristeza, lo oscuro y todo lo malo de un ser humano, que las
cosas salidas de la felicidad y las cosas lindas. Es que las cosas lindas y
felices tienen ese encanto casi medio boludo que hace que veamos todo color de
rosa, y eso a nadie le interesa, sólo a la persona que está feliz. Ni a su mamá
le interesa.
Le agradezco profundamente a Damon Albarn (cantante de
Gorillaz) por inspirarme en este post y me inquieta e intriga mucho pensar en
qué se habrá inspirado para crear una canción tan triste y linda como
“Amarillo”.
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