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martes, 25 de junio de 2013

Confesiones de un psicópata.


Sin empezar el relato, ya pueden imaginarme como un perdedor del montón que lo único que quiere es vivir. En mi familia ocupé el papel de la oveja negra. A mi vieja le preocupaban mis tatuajes que según yo son obras de arte, a mi viejo le molestaba que de siete días de la semana esté solo dos en casa porque siempre salía, y es que bueno, todo era mejor que el clima insoportable de familia perfecta que había que respirar ahí. En mi caso, me tocó irme por la puerta de atrás y no quiero que eso vuelva a pasar.

Uno no debe quejarse por lo que tiene ni desear lo que no tiene. Ese es el gran problema del hombre. Vivimos deseando tener cosas, queriendo cada vez más, adentrándonos poco a poco en la jungla salvaje que es el capitalismo y estando sedientos de poder.

Luego del adiós, del punto final que le puse a mi etapa de vivir en familia, me emancipé. Quería transitar nuevos caminos, vivir nuevas experiencias, y lamentablemente en el seno de la familia Ingalls no lo tenía permitido. Por más raro que suene, me fui muy contento y espero que las cosas en mi familia sigan tal como hasta ahora. Que ellos vivan en su mediocridad, yo ya me liberé.

Pasaron dos años.

Cometí muchos crímenes y estoy arrepentido.  

“El primer crimen se produjo el domingo a la madrugada, a metros de un boliche bailable llamado Infinity Night, en Villa Gobernador Gálvez, al sur de Rosario. Claudio “Pájaro” Cantero, el líder de “Los Monos” –una banda afincada en la zona sur de Rosario dedicada a la comercialización de drogas- fue asesinado allí y esto desató una cadena de ataques y venganzas.”

Esto se leía en el diario del lunes. Estaba desayunando tostadas y admirando lo mal que salió Pajarito en la foto que le sacaron. Pobre, era buen tipo. Estábamos juntos en la secundaria, pero después se metió en temas jodidos. La merca lo dejó dado vuelta, ya no era el mismo de antes, opinábamos todos sus amigos.

También estuve metido en cuatro crímenes narco.

“Encontraron armas, 40 kilos de marihuana y 15 de cocaína disimulada en muestras de perfume gratis”.

Estas noticias que tienen que ver conmigo las tengo recortadas y pegadas en la pared de mi habitación, así como un futbolista tiene sus trofeos puestos con orgullo.

En los diarios hablaban de mí seguido. Acá encontré otra noticia:
“Un hombre fue detenido tras cuatro allanamientos realizados por Gendarmería en Santiago del Estero, y quedó acusado de ser el encargado de una “cocina” de droga, que era distribuida en otras provincias. “

Realmente me portaba muy mal.

“Hallaron 11 bolsos con cocaína, 20 panes de marihuana, envases de perfumes y 44.000 pesos”.

En mi adolescencia encontré a una mujer. Mi vieja me presentó a una hermana no reconocida que vivía en su casa, mejor dicho, en mi cuarto. Me enamoré de ella y estuvimos años juntos. La perdí, pero el destino hizo que años después la volviera a encontrar. Ella tenía familia, y yo seguía igual de destruido.

“Perdoname, violé a tu hija”.

Ella me odió después de eso.

“El que le había enviado el SMS de la brutal confesión era nada menos que su hermano, de 24 años, que luego de la violación escapó y anoche seguía prófugo”.

También maté a mi hermano. Fue la mejor manera de festejar mi cumpleaños.

¿Tan mal estuvo todo lo que hice?

Hay una débil conexión entre la persona que era y la que soy ahora. Estoy escuchando las sirenas de la policía y ya por las ventanas veo las luces azules y rojas que despertarían un ataque de convulsiones en un epiléptico. Ya me resigné, qué se yo. Estuvo piola meterme en tantas cosas, aunque no era lo que tenía planeado. Yo quería ser pintor, ¿saben? Quería que mis obras estén expuestas en todos los museos del mundo. El Museo del Prado, el Louvre, el de Bellas Artes, el del Cairo, el Británico, etcétera. Quería ser reconocido por mi forma de expresarme.

Pero me tocó ser reconocido por mis errores.

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