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domingo, 1 de diciembre de 2013

Ramiro.

Ramiro fue a afanarse unos mangos a la depiladora barata y poco eficiente que había enfrente de la casa tomada donde él vivía. Un amigo suyo le enseñó el lugar y lo dejó irse a vivir ahí con la condición de que él iba a dormir en la bañadera.
El problema era que la minita con la que estaba saliendo trabajaba ahí, en la depiladora, pero por suerte hoy se había tomado el día. Ramiro lo pensó mejor y decidió entrar tranquilamente, y no como siempre, gritando. Decidió hacerse pasar por un cliente, un nadador que iba a depilarse las piernas. ¿Cómo se le ocurrió eso? porque la minita siempre le contaba de pibes que iban ahí y si bien Ramiro fingía que le importaba algo le había quedado. "Todo sea para que la Lucy no me deje".
Entró y lo hicieron esperar. A los cinco minutos una chica de origen asiático le indicó que pasara a un cuartito. Corrió la cortina y le dijo a la japonesa que estaba preparando la cera que mañana tenía un torneo de natación y necesitaba que le depile las piernas. Estaban en un cubículo donde había una camilla y unos estantes donde estaban las cosas de depilación.
-¿Pierna entera o media pierna?- No entendió. Le respondió "toda la pierna".
La china se dio media vuelta y agarró un palito de madera, como los palitos de helado de agua. Lo metió en algo que era como una lata plateada y el palito salió con un líquido todo pegajoso que parecía miel. A Ramiro le dio un poco de asco.
La taiwanesa le pasó el palito en la pierna cuyo líquido espeso le hizo hervir la sangre y agarró un papel blanco que parecía una servilleta. Se lo pegó en la pierna, donde había pasado la miel hirviendo, y tiró rápidamente. Ramiro le gritó "¡hija de puta!" y le pateó la cara en un acto reflejo que no pudo controlar. Se volvió loco y le importó nada la Lucy.
Empezó a gritar y a hacer movimientos nerviosos y agresivos. Movía las manos para todos lados, golpeaba y tiraba al piso todo lo que veía. Las clientas que estaban esperando a ser atendidas se quedaron paralizadas pero ninguna atinó a moverse. Ramiro salió corriendo y volvió a la casa. Después de un rato se dio cuenta de dos cosas: al final no había robado nada, y el cacho de pierna depilada que tenía lo hacía parecer alto gay.

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