Quizás debería ser una escritora de primeros capítulos y dejar mi historia así.
Caminar por la calle en otoño mientras vas pisando las hojas caídas que crujen cuando se encuentran con tu zapato es uno de esos placeres que sé disfrutar. Por eso la semana pasada, cuando estaba yendo para tu casa, me abriste y yo tenía semejante sonrisa en la cara. Porque pisar las hojas en otoño le produce a uno el mismo bienestar que según dicen lo provoca también comer chocolate.
Por eso mismo, porque las hojas en otoño son secas y el chocolate libera endorfinas, es que la semana pasada estaba tan suelta y desatada cuando hablábamos, como si no me importara nada. Viste que uno siempre se anda maquineando la cabeza y no para un segundo, pero en ese momento yo estaba en paz y tenía la cabeza vacía. Como cuando te hacen mimos y lo único que querés es que sean eternos para poder disfrutarlos mucho más. Por eso mismo, porque las hojas otoñales son divertidas de pisar, porque el chocolate es exquisito y porque los mimos producen bienestar, es que cuando te hablaba de que teníamos que dejar de vernos porque estábamos podridos y desgastados, lo hacía con ese tono que tanto te gustaba, con el tono con el que solía decir tu nombre, decidido pero suave.
Quizás el problema nunca fuimos nosotros realmente, sino que no teníamos la capacidad o la experiencia, y probablemente la cultura que nos crió y definió que tener una relación implica tal o cual cosa tuvo que ver considerablemente. Lo que pasa es que no podíamos con todo, viste, dos pendejitos que recién habían salido al mundo, nos creíamos mucho pero al final resultamos ser dos boludos. O dos soñadores, es lo mismo. Y entonces por eso, porque las hojas en otoño me hacen acordar a tomar chocolate en invierno, porque el chocolate alivia el frío y porque los mimos también lo hacen, fue que vos me mandaste a la mierda. Pero yo te entendí, porque cuando ya estaba afuera de tu casa y te escuchaba llorar bajito por detrás de la puerta, me sentí plena porque vos te ibas a ir, pero las hojas de otoño que tanto me gustan me estaban esperando y se iban a quedar ahí todos los años. No eran permanentes pero eran constantes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario